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Por unas Humanidades Digitales globales

Humanidades Digitales Hispánicas“He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.” (José Saramago)

A raíz del congreso de la Asociación Humanidades Digitales Hispánicas (HDH), que se llevará a cabo entre los días 18 y 20 de octubre, se propuso un panel sobre la HDH en el escenario internacional**. Como instancia previa a este, se abrió un grupo en Facebook, donde se compartieron interesantes contenidos acerca de la geopolítica de las lenguas en internet o la desigual distribución en el acceso al conocimiento y  producción científica en el mundo.

Agradecemos a Paul Spence por empezar en el grupo Facebook, y en la lista de la HDH, una discusión que es muy importante, no solamente para nuestra asociación, sino para el campo de las Humanidades Digitales (HD), en un sentido global.

En la segunda parte de su intervención, Paul analiza la situación internacional y presenta sus propuestas,  identificando la “comunidad internacional” de las HD con la Alliance of Digital Humanities Organizations (más conocida como ADHO). Sin embargo, más allá de los logros de este grupo y las actividades propuestas en forma de congreso (merecedoras de todo nuestro respeto y consideración), nos parece que en la ADHO hoy esas “desigualdades lingüísticas, geográficas y culturales” (señaladas en el texto) están representadas y tratadas de una forma, como veremos, parcial e inadecuada.

ADHO es un grupo homogéneo desde el lugar de participación de las distintas asociaciones que lo componen, que, más allá de propuestas innovadoras o no (piénsese el caso de Humanística, que parte de una concepción de lengua más allá de las fronteras de países, u otros cortes, como el que propone Centernet o al ACH, o asociaciones que se nombran como regionales, como la EADH, pero no incluyen a todos los países europeos), pertenecen a países con alto PIB per cápita:

En este escenario, en el que hoy se discute la entrada de GO::DH como organización constituyente (elemento que haría innecesario este debate, ya que, a través de este grupo transversal, cualquier investigador podría unirse a ADHO), se discute la posición de la HDH, cuyo alcance, como indican sus estatutos, es internacional, pero que, por cuestiones lingüísticas, engloba principalmente a España y América Latina. Es decir, más de veinte países, con grandes desigualdades en lo económico y en las condiciones de desarrollo de sus academias. La cuestión internacional es la que parece desprenderse de la intervención de nuestro colega, y de ahí surge la propuesta de incorporación (“HDH se queda fuera, y me preocupa”).

En primer lugar creemos sea imprescindible analizar el mundo de las HD tomando en cuenta las lógicas de poder, basadas casi siempre en tres pilares: hegemonía geopolítica, hegemonía económica y hegemonía lingüístico-cultural. ADHO es un grupo que nació en los primeros años del 2000 con el objetivo de coordinar las asociaciones anglófonas de las HD (ACH, ALLC). Luego se sumó Japón, manteniendo sin embargo el eje geopolítico (y sus prácticas y discursos sobre el mundo) firmemente en las manos de los países del Norte Global. ADHO no posee mecanismos realmente democráticos de representación. Su modelo no es la ONU, ni la UE, ni un consorcio entre pares (como hay muchos ejemplos en el mundo). Podría serlo si se transformara en una Federación, una propuesta que algunos hicimos años atrás y que fue ignorada por una sencilla razón: ADHO, tal y como es, habría debido desaparecer. ADHO es una organización privada que funciona más o menos como un Club inglés: puedes solicitar tu membresía y el Club decide si admitirte o menos (mejor si otro socio te presenta…).

¿Cómo están representados los socios? En relación con el dinero que puedan traer: “Proportional representation is the principle that governs appointment to the ADHO Steering Committee, and proportionality is based on the income each chapter accounts for, in the total income to ADHO, including individual and institutional subscriptions.” (ver Governance Protocol). Finalmente, ADHO no posee infraestructuras, y sobre todo no posee infraestructuras multilingües: su Web es rigurosamente monolingüe, en sus reuniones se habla en inglés, las actas y los informes se redactan y se difunden en inglés. Dulcis in fundo, aunque la ADHO sostiene desde sus organizaciones constituyentes, revistas en acceso abierto (como Digital Humanities Quartely o Digital Studies/Le champ numérique), su revista “flagship”, Digital Scholarship in the Humanities (DSH), es financiada a través de las cuotas pagadas por todas las “organizaciones constituyentes”, se publica en inglés y es rigurosamente de pago.

¿Pero, cómo es posible que en pleno 2017 la revista que debería representar las HD en el mundo no sea de acceso abierto y plurilingüe? Si la ADHO quiere ser inclusiva y plurilingüe, como sostiene su comités de multilingüismo/multiculturalismo, debería revisar qué publicación ofrece a su comunidad. Y con esto no queremos entrar en un debate acerca de la lenguas científicas o las koinés académicas (que creemos urgente, aunque no haya aquí lugar para ello). Pero todo investigador no-anglófono sabe lo difícil que es publicar un artículo en una segunda lengua.

No hace falta aquí recordar el enorme debate que hay en este momento en Europa y Latinoamérica sobre OA, pero nos gustaría recordar que Latinoamérica constituye un modelo a nivel global (desde 1997! Ver aquí).

¿Por qué, entonces, buscamos aplicarnos a los modelos del Norte Global y no empezamos por ver cómo podríamos abrir una conversación en igualdad de condiciones? Para ello, creemos que primero hay que mirar hacia dentro de la comunidad.

¿Quiénes son los socios de la HDH? ¿De dónde vienen? ¿Qué problemas económicos, culturales, sociales, enfrentan en la investigación? ¿Qué entienden por HD? Finalmente ¿para qué querrían, los socios de la HDH, ser parte de ADHO?

Creemos que la HDH, y todos nosotros, deberíamos buscar soluciones alternativas que refuercen y potencien nuestros saberes, lenguas e identidades. En este sentido, ADHO no nos parece la solución, sino parte del problema. Por supuesto tenemos mucho respeto y admiración para todos los colegas que están en ADHO y actúan para fomentar la inclusión y mitigar las desigualdades. Si embargo, el primer acto de desigualdad es adoptar una organización basada en el ingreso (income).

Entonces tenemos que decidir si queremos ser incluidos en un contexto que por su naturaleza tiende a excluir o, al contrario, queremos construir una comunidad basada en el pluralismo cultural y en el principio de igualdad que, entendiéndose y conociéndose a sí misma, estuviese lo suficientemente madura para decidir ser (o no) parte de una asociación paraguas (como se define ADHO). También que tuviese la suficiente madurez para preguntarse si para investigar en HD realmente necesita ser parte de una asociación paraguas. Es evidente que la estructura de ADHO, al momento, perpetúa un modelo superado de relaciones políticas y culturales. El “bias” principal de ese modelo es el universalismo: epistemológico, cultural y político. Este universalismo se refleja, entre otras cosas, en la idea que las reglas que funcionan para el grupo hegemónico, sean buenas para todos. No abordaremos aquí el tema, pero como recordaba Ernesto Priani, “hay una singularidad en la forma de asumir lo digital a partir de las condiciones específicas que la adopción de tecnología tiene en cada país.” Todas las tecnologías tienen un determinado origen y un contenido cultural, semiótico, geopolítico, lingüístico, etc. (y por ello hoy hablamos de descolonización de la tecnología). En su voluntad de internacionalismo, la HDH debería también contemplar la situación de todos sus socios (España, América Latina, Europa) que pagarían cuotas que, a su vez, alimentarían a ADHO para ofrecer descuentos en congresos a los que, muy probablemente, los investigadores o estudiantes de países con menos PIB y de academias carentes de financiación, jamás irían. Mecanismos de exclusión invisibles.

Estas son las cosas que nos preocupan y estos son los problemas, creemos, que deberíamos plantear en nuestra comunidad. El primer objetivo de una asociación no es obtener “visibilidad”: la visibilidad internacional es en función de un proyecto cultural y político, no es ni puede ser un objetivo en sí. De otra forma nuestras asociaciones y redes se transformarían en agencias de marketing de grupos de poder o de personalidades individuales. Quizás aquí emerge otra diferencia cultural. Una concepción anglosajona de la dimensión asociativa como actividad de lobbying frente a modelos asociativos de otras regiones y culturas basados en la acción directa en la sociedad. Las asociaciones tienen que dar apoyo a su comunidad. El asociacionismo bien entendido pasa por una voluntad de servicio. Una asociación internacional con cuotas que no contemplan las desigualdades en el mundo no cumple su función como órgano nucleador de conocimiento. La visibilidad internacional debería ser superada, creemos, en términos de una construcción global de las HD.

Concluyendo, no vemos la necesidad ni la urgencia que la HDH se incorpore en “instancias internacionales” de este tipo. Al contrario, como ocurrió ya en el pasado (antiguo y reciente), tememos la disolución de las diversidades en las “instancias” hegemónicas. Lo que proponemos entonces – y lo que vamos a proponer en la próxima asamblea – es explorar la posibilidad de crear una federación de humanidades digitales de Iberoamérica que tenga como objetivo concreto fortalecer y relanzar una idea de humanidades digitales vinculadas a los principios de los bienes comunes (“commons”) y del conocimiento abierto. Hay varios experimentos en el Sur que se podrían tomar como punto de partida (por ejemplo Knowledge Commons  o el Consorcio sobre multilingüismos y diversidades del Sur)  y como sabemos no faltan buenas prácticas en el mundo hispánico. Como se lee en este informe del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales: “las regiones ex colonizadas que solían tener principalmente un rol receptivo-pasivo … en la actualidad figuran como regiones propositivas, nuevos referentes globales…”

Creemos que ha llegado el momento de construir nuestros modelos de comunidades y dejar de esperar que el Norte nos incorpore en estructuras de poder opacas y que no parecen ofrecer suficientes garantías de transparencia y de distribución no discriminatoria de los beneficios. También pensamos en cuánto tenemos todavía por  recorrer para saber quiénes somos y qué queremos de nuestra investigación. Esta posición no cierra diálogos ni levanta barreras. De hecho, lo que conocemos de la ADHO es la información que está en su Web, y nos gustaría saber mucho más de ella. Nuestra opinión tan solo aboga por la defensa de unas Humanidades Digitales y unas Digital Humanities que sean capaces de dar cuenta de la diversidad de conocimientos, y la colaboración equitativa, y apunten al desarrollo conjunto sostenible de sus investigaciones. La visibilidad bien entendida empieza por casa.

**Recordamos a todos y todas que el 19 de octubre a las 15, en el Auditorio Colección Museo Ruso, estaremos discutiendo estos temas en la mesa redonda “La HDH en el escenario internacional. Preguntas y respuestas”. (Ver el programa del Congreso.)

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  1. Yo creo que es una cuestión archiconocida, aunque no siempre bien lograda: crear comunidad global respetando las identidades locales, regionales. Humanidades digitales no deja de ser un fenómeno cultural y, por ende, pasa por el tapiz de lo geográfico, político, social y económico…pero sobre todas estas debe primar lo humano…y cito a mi mejor mentor: “lineamientos globales se cruzan con condiciones de posibilidad locales, dando lugar a nuevas experiencias que definen progresivamente el campo”.

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